Mi mundo virtual

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Invitación

Si me lo permitís, os quiero contar una historia, pero no la leáis. Vividla mientras os la escribo. Disfruto de los sueños escribiendo sobre ellos, te invito a poner imágenes a mis palabras en el Club de los poetas muertos.

Cada vez que compartes, twuiteas o simplemente reconoces que te gusta, mujeres como María pueden seguir soñando.

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viernes, 11 de noviembre de 2016

En ocasiones las sorpresas nos llegan a pares: Ortodoxia

En ocasiones las sorpresas nos llegan a pares: Ortodoxia

Si ya en su día fue una sorpresa el adentrarse en los sueños de inmortalidad dibujados en gráciles líneas sobre los cielos de Paris y sobre los que su autor derramó una inimaginable sustancia, resulta que leo, desde las tierras lejanas en las que disfruto con mi voluntario destierro, que ha nacido Ortodoxia. ¿Quizás una nueva idea sobre la ὀρθοδοξία de lo correcto y la verdad verdadera? o quizás ¿la  orthodoxĭa latina de doctrinas y dogmas?.  Me pica la curiosidad.

He de reconocer que me despista la "Pseudotriton Ruber" de la que su autor hace bandera. Quizás la memoria me falle y hierre al afirmar su origen endémico en las Américas, lejos pues de las Compostelanas tierras y caminos a los que el autor confiere un interesante marco ... Sea lo que sea, no creo que apueste por dejar de leer esta nueva propuesta y dejaré seducirme nuevamente por quien, al parecer, ha dejado de ser novel para, engendrar una nueva aventura.

Pero decía que la sorpresa era doble y no en vano, pues con asombro descubro aquella reseña que hoy, junto a la de un diario que no osaré mentar, aparece de cabecera en la sencilla pero amable cubierta de un libro que, créanme si les digo, no dejaré de leer, más si cabe, por congratularme de la apuesta del autor, o eso parece, de abandonar aquel Planeta y por apostar por el independiente placer de Carena. A buen seguro que algunas, me entenderán. Una, con los años, aprende y se hace sabia.

Y dicho lo dicho o escrito lo escrito, permítanme que me vuelva al anonimato. Hoy en Vancouver ... hace frio, pero en el Capilano, se me antoja divertido.

domingo, 3 de enero de 2016

Así balan los corderos

Así balan los corderos



Los corderos de hoy ya no balan. Los corderos de hoy sólo comparten, te siguen o les gustas. Los corderos de hoy se multiplican por las redes, presumen de contactos y maquillan hermosas frases adornadas en muchas ocasiones, de imágenes falsas, ingeniosas en pocas y entretenidas en otras.

Los corderos de hoy han dejado de balar porque el redil en el que les alojan es un espacio hueco, vacío y estéril.


Los corderos de hoy ya no buscan verdes pastos ni el fresco aroma de los valles. Los corderos de hoy quieren ser avispados pastores convertidos en trending topic para balar, por un instante, al son que les marcan quienes se apoderan de los valles y de los pastos.

Si tan sólo uno de vosotros ha llegado hasta aquí, quizás podáis responderme una simple pregunta: ¿por qué balan los corderos?

Ingenua de mí, me han sobrado cinco dedos de la mano para contaros pero me sobran manos para esperaros

Ahora, pensad y recapacitad.


domingo, 27 de diciembre de 2015

Patricia Mergö


Patricia Mergö era una mujer bella, femenina, sutil e inteligente y su rostro siempre vestía una dulce sonrisa. Mujer perseverante y tenaz, durante un largo período de su vida, olvidó las relaciones sociales y sus lazos personales para intentar alcanzar sus objetivos profesionales. 

Era una mujer actual, vital, versátil, independiente. Quizás por ello no era sencillo entablar una relación de confianza. Necesitaba que respetasen su espacio, su intimidad. Dinámica, culta, elegante y sencilla al mismo tiempo, nunca pasaba desapercibida. Segura de sí misma, se afanaba con ahínco en ocultar sus sentimientos. 

Muy pocos la conocían. Para muchos, era ese tipo de mujer inalcanzable a la que se aspira en sueños pero a la que la realidad despierta con vanas esperanzas de lograr, no ya conquistarla, sino incluso compartir con ella un instante.

Mergö era una mujer encantadora, fresca, actual. Huía de estereotipos pero se dejaba seducir por la imagen y se sabía atractiva. Le gustaba vestir con la sencillez de Pepe Jeans y su línea Andy Warhol, se decidía por los granates de Oysho para los encajes y transparencias sensuales o la personalidad alegre, libre, y valiente de los sabores mediterráneos de Desigual. Pero también disfrutaba de la mezcla de referencias e inconformismo de Jean Paul Gaultier, aunque prefería dejarse acariciar por Hermés.

Era una mujer bonita, era una mujer especial. Nació en Paris por casualidades de la vida y vivió es España hasta que sus estudios la acompañaron a visitar Estados Unidos y Canadá. Tras su estancia en Londres, donde acabó su formación, volvió a España y decidió hacer lo que realmente sabía hacer (...)

domingo, 4 de octubre de 2015

¿Adivinas quién soy?

¿Adivinas quién soy?

No puedo negar que soy de donde soy y de donde dicen que fui. Hija de mi padre no nací de él sino de las olas. Salí del mar y llevada por los vientos me vistieron las Horas. Habité la morada de los Inmortales y aún me guían las palomas entre aromas de rosa y mirto.


Fui infiel por vivir enamorada de quien sin desposarme me amó. Castigada y liberada por la clemencia de mis verdugos. Mis maldiciones e iras, provocaron la desgracia de quien me ofendió y a todos condené a tormentos. Ofrecí en gracia a la mujer más hermosa del mundo y salve de la muerte a quien llegó a la guerra por amor.


No puedo negar que soy yo y yo soy ..., Afrodita, la diosa del amor, Venus la deidad de la belleza y del amor. Sígueme y sabrás de mí.

Desde mi ventana; La verdad del caso Asunta

La verdad del caso Asunta

Hoy llueve. Hoy veo caer una lluvia incesante a través de mi ventana. Mi peregrinar incesante por la vida me ha traído en esta ocasión a la tierra del musgo, la tierra y el mar.

He paseado entre el aroma de la hierba verde y el gris húmedo de las piedras, entre los incipientes ocres del paisaje y el gris ahumado de la ancestral lareira.

En uno de esos incomparables marcos de los que presume la Galicia meiga, encontré cobijo en un rincón rural al que acostumbran a acudir grupos de personas que buscan un momento de sosiego y paz.

El silencio amable de estas casas invita sin duda a la reflexión. A meditar sobre el pasado y el futuro, a charlar sobre lo cotidiano y lo anodino, sobre lo sorprendente y lo común, de lo extraño y de lo propio, de nuestras vidas y de la ajenas.

Caída la noche y a la luz de un ornamental candil, ahuyentaba la frescura del húmedo ambiente al calor de la madera condenada al fuego, cuando no pude evitar escuchar la animada tertulia que discurría en el vecino rincón del comedor.

Alrededor de una mesa con olor a café y queimada, tomaba la palabra un curioso personaje de cejo enjuto y discurso orondo que asestaba con rotundidad el epitafio escrito por otros sobre la tumba de una mujer a la que se le hurtó su presunción de inocencia; “no cabe duda, es culpable”, sentenció.

No pude evitar la tristeza desconcertante que alcanzó el fallo cuasi unánime de los contertulios, al asentir con rotundidad la proclama lanzada por aquel hombre.

Aquella verdad inducida, aquella sentencia viciada, me conmovió. Escuché durante buen rato todos y cada uno de los indiscutidos argumentos que aquél personaje enumeró uno por uno, del carácter irrefutable que adquirieron aquellos fundamentos, por el simple hecho de ser narrados o expuestos por los mercenarios de los medios. En ese instante vino a mí el balar de los corderos.

Pocas horas antes, al atardecer, veía con encanto como los corderos entre balidos seguían a las ovejas y como éstas, sin juicio, seguían al buen pastor. Aquél pastor parecía un hombre bueno, un personaje amable pero curtido, un ser noble, un individuo ajeno a juicios extraños e inapelables sentencias. 

Observé durante tiempo como conducía a buen recaudo aquel rebaño, cómo con su silencio y andar seguros, los corderos y las ovejas se entregaban a sus designios. El buen yantar y el resguardo de la noche parecían ser la única moneda de pago que el viejo pastor ofrecía a su rebaño. Me pareció sencilla aquella relación. Era simple, pero honesta.

Andaba yo en estos pensamientos cuando recobré el hilo de la conversación que discurría a mi vera. Poco después de la mesiánica sentencia dictada sobre la mesa, se escuchó el silencio y desde su interior pude escuchar la voz de una mujer que decidió exponer a los comensales la verdadera razón de sus pesares.

Su voz era dulce y apaisada, tierna y sincera. Sus palabras no buscaban intenciones ni manipulaban verdades, no reconstruían pasados ni albergaban crueles destinos o justas condenas. Sus palabras eran sencillas, simples. No eran grandes palabras ni su verbo elocuente, pero salían sentidas, se enunciaban tiernas desde el corazón de una madre, desde la ternura de un alma conmovida por los sentimientos y por la inocencia de una fallida infancia.

Me conmovió observar como aquellas palabras silenciaron una idea, un caso, una noticia, un triste acontecimiento del que nadie habla, porque otros son los que lo narran.

Aquella fue la primera ocasión en la que dejé de escuchar hablar del caso Asunta, para oir hablar de las personas, de los sentimientos, de la pasiones, del amor, de la crueldad, de la tristeza, de la justicia, de la muerte, de la venganza …

No sé si los casos debieran tener nombre y si me apuran, hasta rehuiría de bautizar a las personas para convertirlas en rebaños, pero si sé que no deberíamos olvidarnos de las personas, de los valores y principios, de los sentimientos, de las emociones, de las verdades.

Al final de la noche me acosté triste, conmovida, taciturna y compungida pero sin olvidar las palabras de aquella mujer sencilla, que simplemente habló de una madre y de una hija. Sin juicios ni sentencias, pero con sentimientos y con valores, oí hablar de una vida, de una niña, de una truncada infancia y de un fatal destino sobre el que unos y no otros, se habrán de pronunciar con verdad, nobleza, recto proceder y con justa causa.


Entre sueños, volví a recordar al pastor y el balar de los corderos. No juzgaré al pastor, pero permítanme confiar en la inocencia de los corderos.

sábado, 3 de octubre de 2015

Desde mi ventana; Sara

Desde mi ventana


Las cosas no son cómo son, sino como nos parecen ser y a menudo su significado cambia en función del cristal a través del que se observan. Lo mismo ocurre con las palabras, sean escritas o habladas, dichas o escuchadas. La clave está en la ventana desde la que se vive.

Y esta es mi ventana. La ventana desde la que me asombro atónita a veces, crítica en otras o como,
las más de las ocasiones, una empedernida vividora de experiencias propias y ajenas.

No ocultaré que habré de fingir vivir las vidas de otros o que por momentos deberé esconder la identidad de quienes protagonizarán la historia que relate, pero ese ha sido mi compromiso tácito con todas y todos los que me enviáis vuestros correos y mensajes compartiendo vuestras vidas e impresiones.

Tampoco desdeñaré la idea de opinar de cuanto por desgracia o fortuna ocurre a nuestra vera, aún a sabiendas de que no siempre sea yo la que lo piense o quien piense lo que diga, pero amigos lectores y seguidores, permitidme que ese secreto lo guarde con el celo que merece la discreción oculta de quien no sabe o simplemente no desea mostrar su alma.

Fuere como fuese, bienveni@s a la vida desde mi ventana.

Sara

Sara es un encanto de mujer. Una mujer como tantas y como tan pocas que día a día lucha por no vivir sola. Dulce, culta, guapa y, … frágil. Quizás muchas nos identifiquemos con su perfil o quizás sean más las que prefieran no ser como Sara. El caso es que Sara ha vivido los sabores y amarguras de vivir dos veces sus propios errores para terminar sintiéndose sola.

Cuando el azar de la redes nos puso en contacto, no fueron pocas las ocasiones en las que las noches se convertían en cómplices de nuestras largas sesiones de conversiones por chat.

He aquí que con el tiempo me convertí en la depositaria de una confidencia con la que muchas hemos soñado en secreto y de la que otras han disfrutado en el anonimato.

Me contaba Sara que sus dos matrimonios habían fracasado y que aún consciente de que no era mujer de encuentros vacíos y sin un futuro, había conocido a un hombre con el que la vida era distinta pero con el que nunca tendría una vida.

Era distinta porque le daba todo cuánto una mujer desea vivir, todo cuánto una mujer necesita oír, ver y sentir. Sin embargo, Sara sabía que la franqueza con que aquél hombre le había mostrado lo imposible de encadenarse, impedía que Sara encontrase el amor.

Sara me trasladó en su día sus dudas y con sinceridad, se convirtieron en las mías propias, pero llámese amor o dígase sexo, lo único cierto es que ayer me alegré de encontrarme nuevamente en la red con Sara. Me escribió desde la habitación de un Motel de Ontario y me alegró saber que no era ni amor ni sexo, era …
¡¡ vivir ¡¡.


Gracias Sara y hasta siempre

sábado, 30 de mayo de 2015

Tengo un sueño y en él apareces tú. I have a dream and you show it.

Tengo un sueño y en él apareces tú
I have a dream and you show it
Je fais un rêve et vous montrerai
Ich habe einen Traum, und Sie es zu zeigen
我有一個夢想,你表現出來




Déjame soñar con las palabras que encadenarán una marea de sentimientos y sensaciones. Sueño con encadenar palabras, con encadenarme a ti ...

Let me dream with the words chained a flood of feelings and sensations. Stringing words dream with chain me to you ...





Invitemos a cinco de nuestros amigos a encadenar un sueño que alcance el último rincón de nuestras almas. 

We invite five of our friends to string a dream that reach every corner of our souls


Mis sentimientos encadenados de hoy son: vida-alma-amor-romántico-corazón.



Mis invitados a continuar la cadena: El club de los poetas muertos