En ocasiones las sorpresas nos llegan a pares: Ortodoxia
Si ya en su día fue una sorpresa el adentrarse en los sueños
de inmortalidad dibujados en gráciles líneas sobre los cielos de Paris y sobre
los que su autor derramó una inimaginable sustancia, resulta que leo, desde las
tierras lejanas en las que disfruto con mi voluntario destierro, que ha nacido
Ortodoxia. ¿Quizás una nueva idea sobre la ὀρθοδοξία de lo correcto y la verdad
verdadera? o quizás ¿la orthodoxĭa
latina de doctrinas y dogmas?. Me pica
la curiosidad.

Pero decía que la sorpresa era doble y no en vano, pues con
asombro descubro aquella reseña que hoy, junto a la de un diario que no osaré
mentar, aparece de cabecera en la sencilla pero amable cubierta de un libro
que, créanme si les digo, no dejaré de leer, más si cabe, por congratularme de
la apuesta del autor, o eso parece, de abandonar aquel Planeta y por apostar
por el independiente placer de Carena. A buen seguro que algunas, me
entenderán. Una, con los años, aprende y se hace sabia.
Y dicho lo dicho o escrito lo escrito, permítanme que me vuelva al anonimato. Hoy en Vancouver ... hace frio, pero en el Capilano, se me antoja divertido.
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