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Invitación

Si me lo permitís, os quiero contar una historia, pero no la leáis. Vividla mientras os la escribo. Disfruto de los sueños escribiendo sobre ellos, te invito a poner imágenes a mis palabras en el Club de los poetas muertos.

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jueves, 1 de mayo de 2014

El encuentro

El encuentro

Aquella noche intentó aproximarse a él, llamar su atención. Buscó conscientemente el momento para aproximarse y simuló un roce espontáneo con su brazo. El advirtió la intención, pero lejos de aprovecharse de la sutil insinuación la miró directamente y sonrió. Noe le devolvió una sonrisa pícara, pero natural. Noe no se sintió incomodada cuando él se acercó. Supo elegir el momento oportuno, se acercó a ella sin prisas sin invadir su espacio pero apuntando su mirada a sus ojos, manteniendo el contacto visual. Parecía dominar la situación, proyectaba seguridad cuando se acercaba lentamente hacia ella. Aquello, cuando menos le parecía interesante, pero en su mirada había algo especialmente seductor, era una mirada cargada de sensualidad. Sus ojos parecían buscar lazos sutiles sin aparentar coquetería. La comisura de sus labios junto a la expresión de sus ojos, le proyectaban una expresión seductora adornada por una ligera sonrisa.

Aunque cuando un hombre sonríe mucho puede inspirar confianza, a Noe le atraía más un hombre que sonríe poco, porque le parecía más enigmático y aquella noche se sentía atraída por aquella misteriosa sonrisa. Parecía decirle “si, te miro a ti” y aquello despertó aún más su interés por él. Su rostro parecía decir de él que era más bien fiel a encuentros fugaces y amoríos ardientes que a las relaciones duraderas, pero quizás aquello, unido a halo de madurez que le invitaba a desvelar el secreto de su edad, a Noe parecía atraerle más.


Dicen que existen mil formas de acercarse a una mujer y que muchos hombres estudian las primeras frases que han de dirigir a una mujer en un primer encuentro. Cuentan incluso que existen innumerables estudios antropológicos que analizan los gestos, la expresión, los movimientos y un sinfín de aspectos que desgranan las conductas y sus resultados. Noe se sabía atractiva y había acumulado experiencia ante tanto macho alfa que buscaba una conquista fugaz haciendo uso de tan manidos clichés y estereotipos. Le resultaban perfectamente reconocibles los hombres que acostumbraban a confiar en la idea errónea y generalizada de que lo que funciona, funciona, sin preocuparse de la genuina naturalidad. Por eso, aquel simple “hola”, le encantó y sin dejar de mirar sus verdes ojos le respondió y se sorprendió.