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sábado, 10 de mayo de 2014

El imperio de los sentidos; mi piel

El imperio de los sentidos; mi piel

“Siempre me he sentido una mujer sensible, pero sólo con él he descubierto el poder de los sentidos, el dominio de sus poderes y la experiencia de disfrutar la privación de sus percepciones al tiempo que se rinden a los deseos de recuperarlos.

Cuando me creía un ser sensible, no sabía que sólo significaba ser consciente. Cuando me mostró que la percepción de un sentimiento la dominaba mi mente, comencé a descubrir el imperio de los sentidos. Resulto hermoso descubrir que mi mente no vivía en mi cabeza, sino que viajaba por todo mi cuerpo en caravanas de hormonas y enzimas, a través de mi piel, mi boca, mi nariz, mis oídos y mis ojos.

He descubierto su tacto sólo cuando él me ha mostrado el dominio del mío. Resulta increíble percibir, sin el privilegio de las imágenes, los sonidos y los aromas, la presión, el calor, el frio, la textura, la aspereza, la dureza o la suavidad de las formas que rozan nuestra piel. Adoro sentir mi piel activando sus estímulos para transformar las sensaciones en información interpretable, aunque la consciencia de no saber, hace más sensual el momento. Con él he aprendido que es mi mente la parte que gobierna mi tacto pero es su mente la que domina mis deseos.

Descubrí con él que puedo vivir sin ver, sin oír y sin degustar los sabores o percibir las fragancias, pero jamás podría sentir sin mi piel, sin su piel, sin su contacto. Me enseñó las mil y una formas de convertir mis noches y mi soledad en la delicadeza sinfónica de una caricia y la incansable necesidad de encontrar las, hasta entonces, ocultas zonas erógenas de mi alma. Sólo ahora sé que la vida tiene profundidad y contorno, formas, pesos y texturas pero que sin él, la vida no existe y los sueños no se viven. Cuando mis labios no encuentran los suyos y su ausencia convierte en fría mi soledad, mi cuerpo se comprime y mi corazón descubre esa extraña sensación de dolor. Cuando siento dolor, responde mi cuerpo entero, pero es mi alma la que siente su ausencia y mi piel la que grita que vuelva.” (…)

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