El club
El club nació en el campus de la
ciudad, al calor del ambiente universitario y con cierto paralelismo a las
sociedades secretas de las Universidades americanas. Lo cierto es que nunca se
han conocido sus rituales de iniciación ni los mecanismos de selección ni
elección de sus miembros pero en la ciudad se sabía de su existencia. Contaban
que los elegidos profesaban el culto al arte, especialmente el literario y en
sus reuniones reservadas, las historias y los versos que servían de motivo para
su exaltación, acostumbraban a adrezarse con ciertas dosis de erotismo y
relaciones liberales.
Lejos de lo que pudiera parecer,
no era un club al estilo del killing kittens londinense ni entre sus intereses
se encontraban el poder o el elitismo económico y menos aún el culto religioso,
era más bien, como se decía en algunos ambientes, un club con una sola regla;
el imperio de los sentidos.
Algunos lo tildaban de club de
socialites, chicas posh o niñas fresas y liberales por ser mayoritariamente
femenino y dirigido por mujeres que acostumbraban a reunirse en lugares
secretos para celebrar sofisticadas fiestas de sexo swinger. Otros, contaban
que era un refinado grupo de literatos y amantes del arte con ciertos gustos un
tanto peculiares.
Fuera como fuera, lo único cierto
es que se sabía de su existencia aún sin conocer quienes formaban parte de su élite
ni los fines de sus reuniones y que en privado se le conocía por la idea que
surgió de la pluma de Nancy Kleinbaum; el Club de los poetas muertos.
(…) [“Tiene un mensaje nuevo.
Anónimo. 24.00. Texto. NO8DO. HALFXIII. 24H, "por la gran lealtat e amorverdadero"].
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