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Si me lo permitís, os quiero contar una historia, pero no la leáis. Vividla mientras os la escribo. Disfruto de los sueños escribiendo sobre ellos, te invito a poner imágenes a mis palabras en el Club de los poetas muertos.

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domingo, 27 de abril de 2014

Una noche cualquiera

Una noche cualquiera

Como venía siendo ya habitual últimamente, habíamos salido a cenar y a hablar de nuestras estúpidas historias. Entre confidencias y planes de negocios, los brindis se acumulaban y no transcurrió mucho tiempo para darnos cuenta que los efluvios de Baco comenzaban a tomar las riendas de la noche.

Contaban los clásicos que Baco, era conocido como el libertador ya que, siendo el dios del vino conseguía liberar a los comensales de su ser normal, de sus preocupaciones y usuales cuidados para encaminarlos por la senda del éxtasis, la lujuria y el incorrecto parecer.

Fuera como fuera, lo cierto es que habíamos abandonado las rectas formas y la seriedad de la conversación para afanarnos en resolver cómo debía transcurrir el resto de la noche.

La noche fue transcurriendo entre bocanadas de tabaco americano y grandes sorbos de ron añejo y en poco tiempo, el hijo de Zeus y Sémele nos obsequió con un séquito de ménades con las que aspirábamos a vivir una orgía propia de las bacanales griegas.

Dicen y dicen bien que la habitual tendencia del hombre a envalentonarse cuando el alcohol rige sus designios, le llevan a decir lo que piensa y a intentar hacer lo que sus instintos más básicos le demandan. Cuando ocurre esto, resulta evidente que ya no se piensa en lo que se dice y ya no se hace lo que se debe, por lo que las consecuencias siempre serán una incógnita y la resaca traerá consigo un sentimiento de arrepentimiento que se apodera siempre del individuo cuando ya no hay vuelta atrás.

(…)

Fuera, el frío arreciaba y el rocío empañaba completamente las lunas del coche. Por el retrovisor, contemplaba a mi colega entre jadeos bajo el desnudo cuerpo de una mujer con lindas curvas, mientras mi compañera de odisea se convertía en la dueña de mis actos al tiempo que yo, simplemente, me dejaba hacer.

(…)