Era un hombre aparentemente
tranquilo. Dicen que observador, reservado y culto. Lo cierto es que no mucha
gente lo conocía, pero quien lo conocía prefería no hablar de él. Curioso
ciertamente, pero la mujer que mejor lo conoció nunca habló de él porque
siempre temió que se lo robasen. Realmente no pasaba desapercibido, alto,
elegante, apuesto, de cuidada imagen, de trato fácil y correcta conversación,
inteligente, astuto y en ocasiones mordaz. Hábil con la pluma y cuidadoso con
el verbo, prefería escribir lo que pensaba a hablar sin pensar.
Decía que escribir, erar narrar,
cantar en verso, pensar en voz baja, la ideal forma de contar historias y susurrar
sentimientos. Escribir permitía meditar el cómo, el cuándo, el qué y a quién se
dice, mientras que hablar, era una simple manifestación egoísta de buscar qué
decir, aún cuando a nadie pueda interesar. Prefería escuchar a tomar la palabra,
pero no era una persona sencilla de convencer y conseguir su atención se
convertía en imposible si no existía un sentimiento detrás de lo que oía.
En cierto modo era un hombre solitario aún cuando siempre estuviese
rodeado de gente. Eran muy pocos los que se contaban como sus íntimos, incluso
menos de los que se creían cercanos. Quien más cerca vivió con él, quien mejor
podría hablar de él, llegó a dudar si realmente él sabría cómo era.
1 comentario:
este me gusto relatare este, ya que es un poco de mi mismo....
Publicar un comentario